"Fue entonces cuando el Máximo
Artífice, sabiendo que no podía darle a esta
criatura algo que fuese suyo propio, decidió que sería algo común, tomado de todas
las cosas singulares y propias de las demás.
Tomó entonces al Hombre, obra suya imaginada como de naturaleza indeterminada,
lo puso en medio del mundo, y le dijo: “No
te he dado sede, ni figura propia, ni menos
algún peculiar don específico, oh Adán, con
el fin de que seas tú quien de manera libre
escojas, bien por tu voluntad o bien por tu
juicio, lo que tendrás y poseerás respecto
de tu sede y de lo que harás”. Y agregó: “La
naturaleza de las otras criaturas ya ha sido
definida según las prescripciones de las nobles leyes que la constriñen. Para ti, en cambio, no habrá coerción irremediable, pues será tu propio arbitrio, que he puesto en tus
manos, el que predefinirá lo que serás. Te he
puesto en medio del mundo para que desde
allí contemples, con comodidad, todo cuanto
éste contiene. No te he hecho ni celestial ni
terrenal, ni mortal ni inmortal, para que seas
tú mismo, como árbitro y honorable escultor
y modelador, quien puedas darte la mejor
forma que elijas. Podrás entonces degenerar a
la condición inferior de bruto, o podrás regenerar en la condición superior que es divina,
extraída del juicio de tu ánimo. ¡Oh, suma liberalidad de Dios Padre, suma y admirable felicidad del Hombre,
a quien le fue concedido ser lo que elija, ser
lo que quiere ser!."PICO DELLA MIRANDOLA, Oración por la dignidad del hombre.
miércoles, 11 de septiembre de 2019
EL BIEN APARENTE.
"El deseo, en cambio, ya se ha dicho que pertenece al fin, aunque unos opinan que pertenece a lo bueno y otros a lo que parece bueno. Pero a quienes dicen que el bien es lo que se desea les viene a resultar la conclusión de que no es deseable aquello que desea quien no elige rectamente (pues si es deseable, también es bueno, pero si es de esta otra manera, sería malo). Por su parte, para quienes dicen que lo deseable es aquello que parece bueno la conclusión es que el bien no es lo que se desea por naturaleza, sino lo que a cada uno le parece. Pero a cada uno le parece de una manera y, si se da el caso, cosas opuestas.
Por lo que, claro, si esto no es suficiente, habrá que decir, acaso, que el bien es lo deseable en términos absolutos y en verdad, mientras que para cada uno lo es aquello que lo parece. En efecto, para el hombre bueno lo será el bien verdadero, mientras que para el malo lo es cualquier cosa (lo mismo que también con los cuerpos: para quienes tienen una buena condición física serán saludables las cosas que sean tales en verdad, mientras que para los enfermizos lo serán otras; e igualmente lo amargo, lo dulce, lo caliente, lo pesado y cada una de las demás cosas): el hombre bueno juzga rectamente cada cosa y en cada una le parece lo que es verdad. Porque en cada disposición hay cosas propias, tanto buenas como agradables, y el hombre bueno se distingue quizá, sobre todo, por ver en cada caso lo que es verdad, como si fuera un canon y medida de ello. Para la mayoría, en cambio, el engaño se origina, a lo que parece, por causa del placer, pues éste es aparentemente cosa buena, aunque no lo sea, y, consecuentemente, eligen lo placentero como bueno, mientras que rehuyen el dolor como malo." ARISTÓTELES, Ética a Nicómaco 113a.
SOBRE EL NOBLE EJERCICIO DE LA POLÍTICA.
"Si ello es así, habrá que intentar captar, al menos mediante un bosquejo, cuál es este fin y a cuál de las ciencias
o facultades pertenece. Parecería que pertenece a la más
importante y a la directiva por excelencia, y es manifiesto
que ésta es la Política, pues es ella la que ordena qué ciencias tiene que haber en las ciudades y cuáles debe aprender cada uno y hasta dónde. Y vemos que las facultades
más estimadas caen bajo ésta, como la Estrategia, la Economía y la Oratoria.
Y como ésta se sirve del resto de las ciencias e incluso
establece las normas sobre qué se debe hacer y de qué cosas hay que abstenerse, el fin de ésta incluiría los de las
demás, de manera que éste sería el bien propio del hom
bre. Porque si es el mismo para un individuo y para un Estado, mejor, desde luego, y más perfecto parece ser el
del Estado como para obtenerlo y conservarlo: es deseable incluso para un solo individuo, pero mejor y más divino para un pueblo y para los Estados. Pues bien, nuestra investigación apunta a esto y, en cierto modo, atañe a
la Política." ARISTÓTELES, Ëtica a Nicómaco I 1094.
lunes, 9 de septiembre de 2019
TEORÍA DEL CONOCIMIENTO. ¿Qué es la experiencia?
"El género humano dispone del arte y del razonamiento. Y del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de la misma cosa llegan a constituir una EXPERIENCIA. Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante a la ciencia y al arte, pero la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia. Pues la experiencia hizo el arte, como dice Polo, y la inexperiencia el azar. Nace arte cuando de muchas observaciones experimentales surge una noción universal sobre los casos semejantes. Pues tener la noción de que a Calias, afectado por tal enfermedad le fue bien tal remedio, y lo mismo a Sócrates y a otros muchos considerados individualmente, es propio de la experiencia; pero saber que fue provechosos a todos los individuos de tal constitución, agrupados en una misma clase y afectados por tal enfermedad, por ejemplo a los flemáticos, a los biliosos o a las calenturientos, corresponde al arte.
Pues bien, para la vida práctica, la experiencia no parece ser en nada inferior al arte, sino que incluso tienen más éxito los expertos que los que, sin experiencia, poseen el conocimiento teórico. Y eso se debe a que la experiencia es el conocimiento de las cosas singulares, y el arte, de las universales; todas las acciones y generaciones se refieren a lo singular. (ARISTÓTELES, Metafísica I 980a).
Pues bien, para la vida práctica, la experiencia no parece ser en nada inferior al arte, sino que incluso tienen más éxito los expertos que los que, sin experiencia, poseen el conocimiento teórico. Y eso se debe a que la experiencia es el conocimiento de las cosas singulares, y el arte, de las universales; todas las acciones y generaciones se refieren a lo singular. (ARISTÓTELES, Metafísica I 980a).
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