domingo, 30 de mayo de 2010

EL CONCEPTO MARXISTA DE LA FILOSOFÍA


El pensamiento de Marx tiene tres influencias fundamentales:

1) por un lado el idealismo de Hegel y las teorías de Feuerbach.

2) La sociedad industrial tal y como, por aquellos tiempos, empezaba a perfilarse en la economía política inglesa.

3)La crítica por irrealizable del socialismo utópico de Fourier y Saint-Simon entre otros.


El marxismo nace en estrercha conexión con la vida real. Más bien se dedica Marx a desentrañar filosóficamente las leyes que rigen la vida económica de los pueblos en orden a su acción política. Se explica, de esta manera, que el marxismo llegue a una concepción distinta de la filosofía. No la considera como pura especulación teórica o como práctica moral, sino como una filosofía de la praxis, cuyo fin primario es la acción que se propone transformarel mundo, de modo semejante a como el proceso industrial transforma las materias primas.

Las diversas interpretaciones a que se ha prestado esta concepción filosófica se fundamentan en la XI tesis marxista sobre Feuerbach, que dice: "los filósofos no han hecho más que contemplar el mundo, se trata de transformarlo". En esta tesis puede encontrarse, efectivamente, un nuevo modo de interpretar la filosofía que es opuesto y contrario al modo como generalmente filosofan los filósofos; pero puede verse también en ella un rechazo total del quehacer filosófico. Marx renunció totalmente a la filosofía considerada como el estudio y tratamiento de unos temas filosóficos completamente inoperantes en el orden social, y, por consiguiente, en el mundo humano.

Filosofar, para Marx, no consistirá en tratar de filosofía o investigar temas filosóficos, sino en enfrentarse con la realidad para adaptarla a las exigencias y necesidades del hombre. De hecho, posiblemente el impacto producido por el marxismo en ciertas filosofías del siglo XX, se debe a esta nueva concepción que define la filosofía como una acción tendente a transformar la realidad concreta, que Marx concibe como materia en acción.

domingo, 23 de mayo de 2010

EL FETICHISMO DE LA MERCANCÍA. Para profundizar en este concepto.


En la sociedad de mercado la gente se vincula a través de la mercancía, con lo cual éstas adquieren características mágicas, esto es lo que Marx llama Fetichismo de la mercancía.
El fetichismo de la mercancía es un concepto de la filosofía marxista y de la economía marxista según el cual existe un fenómeno social/psicológico donde las mercancías aparentan tener una voluntad independiente de sus productores.
Según lo definió Karl Marx, el fetichismo es una relación social entre personas mediatizada por cosas. El resultado es la apariencia de una relación directa entre las cosas y no entre las personas. Las personas se manejan como cosas y las cosas, como personas.
En el caso de la producción de mercancías, sucede que el intercambio de mercancías es la única manera en que los diferentes productores aislados de mercancías se relacionan entre sí. De esta manera, el valor de las mercancías es determinado de manera independiente de los productores individuales, y cada productor debe producir su mercancía en términos de la satisfacción de necesidades ajenas. De esto resulta que la mercancía misma (o el mercado) parece determinar la voluntad del productor y no al revés.
Marx afirma que el fetichismo de la mercancía es algo intrínseco a la producción de mercancías, ya que en la sociedad mercantil el proceso de producción se autonomiza de la voluntad del ser humano. Tal autonomía sólo desaparecerá cuando el ser humano controle de manera consciente al proceso de producción, lo cual sólo es posible hacerlo aboliendo la propiedad privada de los medios de producción y transformándolos en propiedad común, y de esta manera aboliendo el carácter mercantil de los bienes preservando sólo su valor de uso. O sea, una revolución en las relaciones de producción y de distribución de los medios de vida.
Marx también argumenta que la economía política clásica no puede salir del fetichismo de la mercancía, pues considera a la producción de mercancías como un hecho natural y no como un modo de producción histórico y, por lo tanto, transitorio.
De este fetichismo que se da prácticamente en la producción y el intercambio de mercancías viene la sobreestimación teórica del proceso de intercambio sobre el proceso de producción. De ahí el culto al mercado de parte de algunos economistas, que consideran a la oferta y la demanda como determinaciones fundamentales del precio de las mercancías (ley de la oferta y la demanda).
En el capitalismo las cosas adquieren propiedades humanas (se dice por ejemplo: “los mercados se tranquilizan”, “sube el dólar”) mientras que las personas se vuelven objetos, se cosifican.
Cuando los poseedores de mercancías comparan los distintos valores, en realidad están comparando las diversas proporciones de trabajo social (abstracto).
Toda mercancía tiene un valor de uso y un valor de cambio. La utilidad de una mercancía hace de ella un valor de uso, y la relación por la cual se cambia cierto número de valores de uso por otros es el valor de cambio. Esta equiparación se puede hacer porque hay algo en común en todos estos valores de uso y es que son productos del trabajo.
Marx diferencia trabajo concreto (crea valores de uso) de trabajo abstracto (dentro del capitalismo, crea valor, se cristaliza en mercancías). El trabajo es la base del valor. Lo que determina el valor es el trabajo medio socialmente necesario para fabricar algo.
La historia de este intercambio es primero el trueque, luego una mercancía sirve como forma de pago (por ejemplo la sal), más tarde el oro es el equivalente universal. Actualmente es el dinero.
El poder mágico del dinero consiste en que “cada individuo posee el poder social bajo la forma de una cosa. Arránquese a la cosa este poder social y habrá que otorgárselo a las personas sobre las personas.”

miércoles, 12 de mayo de 2010

APUNTES DE ANTROPOLOGÍA MARXIANA

Os dejo unos pequeños apuntes que os pueden servir para ampliar un poco lo que hemos estudiado de Marx:
Marx defiende que no existe una esencia de “ser humano” que deba ser realizada, sino que el hombre es trabajo, actividad. El ser humano se hace a sí mismo en sus propias acciones y decisiones, sin realizar ningún modelo previo. El hombre es un ser activo, y su dimensión práctica es más importante que la teórica. El hombre no puede entenderse sólo como un “animal racional”: si la capacidad de pensamiento domina sobre la capacidad de acción, se reproduce una concepción injusta heredada ya de las sociedades esclavistas. Además, hemos de tener en cuenta que el trabajo y la acción es lo que pone en contacto al ser humano con la misma naturaleza y con el resto de seres humanos. A través del trabajo el hombre transforma la naturaleza y ocupa un puesto determinado en la sociedad. Por todo esto, dirá Marx en la sexta tesis sobre Feuerbach que “la esencia humana no es algo abstracto inherente a cada individuo; es, en realidad, el conjunto de las relaciones sociales.”
Tomando como referencia este cambio en la concepción del ser humano, Marx reforma también otro concepto heredado de Hegel y de Feuerbach: la alienación. Podríamos definirlo como aquel proceso o situación social por la cual el hombre se convierte en algo distinto, ajeno o extraño a lo que debería ser, a lo que le corresponde. Marx entiende que esta alienación se da precisamente en el trabajo: aquello que debería realizar al hombre (no olvidemos que éste es actividad) es precisamente lo que le termina cosificando, lo que le esclaviza, lo que le convierte en algo inhumano, por tanto en algo distinto de lo que el hombre es. En la medida en que el trabajo no humanice al ser humano, se tratará de un trabajo alienante, y estará en el punto de mira de la crítica marxista. En concreto, Marx afirma que esta alienación que se produce por medio del trabajo tiene 4 dimensiones:
Respecto a la naturaleza: ésta deja de ser un patrimonio común sobre el que cualquier ser humano puede disponer para trabajar, y se convierte en la propiedad de otro, en materia prima que se puede comprar y vender, enajenada respecto a su original propiedad común.
Respecto al trabajo mismo: éste no le pertenece al proletario sino al burgués que le emplea, y que aprovecha la situación de superioridad que esto genera. Además es un tipo de actividad que no es elegida, libre ni creativa, sino que a menudo consiste en una mecanización del ser humano. El proletario no elige su trabajo y se ve obligado a venderse a sí mismo como trabajo, lo que le hace sentirse extraño, insatisfecho, explotado. “Está en lo suyo cuando no trabaja, y cuando trabaja no está en lo suyo”, llegará a decir Marx para el que la libertad del proletariado queda limitada “a sus funciones animales, en el comer, beber, engendrar, y todo lo más en aquello que toca a la habitación y el atavio, y en cambio en sus funciones humanas se siente como animal.”
Respecto al producto de su trabajo: tampoco éste le pertenece, sino que es la mercancía, el capital que será vendido para beneficio exclusivo del burgués, dueño de los medios de producción. Esto aumenta aún más el abismo de desigualdad que existe entre la burguesía y el proletariado. El producto final termina esclavizando a su productor, que no ejerce ningún tipo de poder sobre él.
Respecto a la sociedad: la alienación del trabajo es el origen de las clases sociales. El lugar del trabajo es sinónimo del lugar que se ocupa en la sociedad, lo que determina todas las posibles relaciones sociales. Además, el trabajo propio del capitalismo genera competencia y desigualdad: el otro no es visto como un compañero, como otro ser humano, sino como un rival con el que competir, contra el que luchar. El trabajo capitalista genera egoísmo y destruye toda posibilidad de unas relaciones sociales basadas en la justicia y la igualdad.
Para Marx hay una relación directa entre esta alienación del trabajador y la propiedad privada. Por eso, desde esta primera época en que perfila el concepto de alienación, abogará por una supresión del capital, que tendrá como consecuencia la desaparición de la alienación del hombre. El ansia de tener, de dominar las cosas, de vencer sobre los demás se verá sustituido por una nueva relación con la naturaleza basada en sentimientos como el amor o la confianza.