martes, 8 de diciembre de 2009

UNA BUENA LECTURA.


IDENTIDADES ASESINAS. Amin Maalouf.


Magnífico libro que nos regala sin vacíos tecnicismos y con una extensión de ensayo. una interesate reflexión sobre uno de los problemas más acuciantes de nuestro mundo: El problema de la identidad y las identidades. El autor parte de un análisis identitatorio personal. Observa cómo en una misma persona pueden convivir varias pertenencias sin que esto vaya en demérito de su propia identidad. Esto mismo ha de ser trasladado al plano de las identidades culturales. El fenómeno de la globalización está desarrollándose en una línea claramente uniformante y destructura de culturas minoritarias. Este hecho puede ser vivido por estas culturas como un atentado a su propia identidad y despertar instintos de defensa violenta. Ante una progresiva americanización del planeta uno se puede preguntar ¿qué pasará con mi cultura?. Esta pregunta pueda espertar reacciones retrógradas y violentas.
De cualquier modo la mundialización también lleva consigo oportunidades de participación y de expresión que es necesario utilizar para luchar por la "no desaparición" de las culturas minoritarias.


WebIslam

domingo, 6 de diciembre de 2009

EXAMEN DE FILOSOFÍA.Cuestiones resueltas.(IV).3ªCUESTIÓN.

3ª. Redacción: Conocimiento y gobierno en Platón.

(Aquí dejo un esquema de cómo podría estructurarse una redacción).

Podríamos empezar con estas o parecidas preguntas:

Se nos pide en esta redacción que realicemos una reflexión sobre el conocimiento y su relación con el gobierno en la filosofía de Platón. Pero, ¿en qué consiste esta posible relación? ¿Tal vez haya que adquirir un determinado tipo de conocimiento especial para poder gobernar? ¿Acaso no puede gobernar cualquier componente de la polis?. (Si re resulta complicado comenzar así, puedes hacerlo de esta otra manera.)
En el momento de empezar a redactar conviene señalar adónde queremos llegar, cuál es el propósito de nuestra redacción. En este caso es muy claro: establecer la relación entre el conocimiento y la función de gobierno. Este es el problema planteado. La filosofía y la política son el tema fundamental, y por tanto, tenemos que ser capaces de tejer un hilo conductor que nos muestre la importancia del conocimiento para poder desarrollar una justa labor de gobierno. Para ello comenzaremos con una breve introducción que describa el descontento de Platón ante la situación política de su época, para después dar paso a explicar la propuesta platónica que como veremos pasará por la educación.
Platón estaba sumamente descontento con la situación política que tuvo que vivir. No tenía confianza alguna en el sistema democrático, sobre todo tras la condena a muerte de su maestro Sócrates y la gran incompetencia de todos aquellos que habían adquirido el poder. (Aquí puede desarrollarse un poco más, teniendo en cuenta que el examen dura 1’30 minutos). Ante este descontento, Platón no se conformaba con una mera reforma política sino que lo que hace es proyectar un Estado perfecto o ideal.
Según este planteamiento debe definirse cuál es la propuesta platónica: una ciudad gobernada con justicia. Convendría introducir aquí el concepto de justicia en la polis como armonía de las tres clases sociales, donde cada una debe ocupar el lugar que le corresponde. En esta división tripartita (isomórfica con relación al alma humana), el filósofo es el que tiene que dirigir el Estado. Conviene explicar por qué este debe ser el encargado de hacerlo: es necesario que aquellos que sean capaces de conocer la ide de bien, aquellos que han sido educados adecuadamente gobiernen.
En el desarrollo de esta propuesta puede incorporarse ya el concepto de educación. Podemos (sólo mencionar) el mito de la caverna, en el que se muestra el paso de la ignorancia (sombras) al conocimiento (luz), en el que consiste precisamente la educación. El concepto de educación platónico es muy distinto al de los sofistas, porque para Platón no consiste ésta en imprimir conocimientos, sino de dirigir el alma convenientemente, desde lo que cambia hacia aquello que siempre es: las ideas. Sólo de ellas puede haber conocimiento, porque de las cosas sensibles sólo puede haber opinión.
La conexión con el intelectualismo moral es fundamental, constituye el núcleo de la redacción, (porque explica la “y” de los extremos del título de la redacción): quien conoce las ideas actúa de acuerdo con ellas; la virtud consiste en el conocimiento. La relación, pues, entre conocimiento y gobierno es clara. El buen gobernante, en tanto que conoce la justicia, actuará justamente. Llegar a conocer las ideas es fundamental. Para ello establece una especie de “currículum” académico que ha de seguir el futuro gobernante. Además de la gimnasia y la música propia de los guardianes, de los que son escogidos los gobernantes, habrá que prepararse en el estudio de las matemáticas, como preparación para la dialéctica, que sí será el estudio definitivo para el futuro gobernante.
Por cuanto se ha dicho, la dialéctica se presenta como la enseñanza que buscamos, aquella que, sin recurrir a nada sensible, nos conducirá de idea en idea, a la idea suprema: la idea de Bien.
En conclusión, sólo estarán capacitados para alcanzar una ciudad justa aquellos que teniendo una naturaleza apta para ello y recibiendo una educación adecuada alcancen el conocimiento de la idea de bien y justicia, para entonces plasmarla en la ciudad. El filósofo hará esto por amor a la sabiduría y no al poder.
(Aquí se podría dar acogida a alguna breve crítica al autor).
VALOR Y AL TORO. Si hay alguna duda podéis hacer preguntas en este blog, si puedo la responderé con mucho gusto.

EXAMEN DE FILOSOFÍA.Cuestiones resueltas.(III).2ªCUESTIÓN.

Define los términos “conocimiento” y “virtudes del alma” partiendo de la información que ofrece el texto y complétala con los conocimientos que tengas de la filosofía del autor.

“Conocimiento” y “virtudes del alma”: En el texto viene a decir Platón, que hay una diferencia importante entre la virtud del conocimiento, propia de la parte racional del alma y las otras virtudes o “excelencias” del alma, que son la valentía, propia de la parte irascible, y la moderación, propia de la parte apetitiva. (Estas alusiones muy breves al no estar en el texto, después pueden ser más desarrolladas).Estas dos resultan ser como las virtudes del cuerpo en el sentido de que, si no se poseen, podrían ser adquiridas con el hábito y la práctica.
La virtud del conocimiento, en cambio, “parece pertenecer a algo ciertamente más divino que jamás pierde su poder”; por tanto, es muy diferente de todas las demás. El motivo no es sólo por su carácter innato, sino que además tiene “un gran poder” según esté dirigida: puede resultar muy buena y útil, pero también mala e inútil.

El intelectualismo moral se pone de manifiesto porque el sabio, el auténtica sabio (y no quien posee la facultad pero no la ha dirigido correctamente, usándola para satisfacer toda clase de placeres), actuará con justicia, es decir, podrá gobernar su alma ejerciendo un control sobre las pasiones y los deseos. Esta justicia como armonía y equilibrio, también será análoga a la justicia en la polis, al equilibrio entre las tres clases sociales, cuya dirección desempeñará el filósofo-gobernante.

(Como veis no conviene alargarse excesivamente en completar con lo que tu conoces sobre el autor, también hay que hacer aquí un ejercicio de síntesis).

EXAMEN DE FILOSOFÍA.Cuestiones resueltas.(II).1ªCUESTIÓN.

1ª. Sintetiza las ideas del texto mostrando en tu resumen la estructura argumentativa o expositiva desarrollada por el autor.

El desarrollo de esta cuestión podría ser así, teniendo en cuenta que vuestros exámenes serán de textos más cortos (casi con toda seguridad).

El texto que se nos propone, está ubicado en el famoso libro VII de la República, justo después de la exposición y explicación de la alegoría de la caverna. En el libro VII se aborda la educación que ha de seguir el filósofo, destinado al gobierno de la ciudad.

Parece que el TEMA fundamental que propone este texto es la EDUCACIÓN DEL GOBERNANTE.

En cuanto a la educación se refiere, Platón mantiene la TESIS, contraria a la de otros (probablemente los sofistas) de que la educación no consiste en el aprendizaje de conocimientos impartidos por agentes externos al individuo mismo (primeras líneas del texto), sino que consiste en orientar hacia el ser y el bien, la facultad de conocimiento que tenemos innata cada uno de nosotros, “dejando la tiniebla” y orientándola hacia la luz.
Esto lo ARGUMENTA mostrando que el conocimiento es una facultad innata “y que jamás pierde su poder” queda demostrado en el caso común del malo inteligente. Es mucho más malo el inteligente que tiene su alma orientada a la maldad, porque el contacto con lo malo no le hace perder su inteligencia y agudeza. Por lo tanto la educación consistiría en “la poda y extirpación de esa especie de excrecencias plúmbeas” que “mantienen vuelta hacia abajo la visión del alma” (liberar al alma de lo sensible) y orientar hacia el bien a esas almas inteligentes.
En el tema de quiénes han de ser los futuros gobernantes, Platón mantiene la TESIS de que sólo aquellos que han sido educados pueden aspirar a ser gobernantes de la ciudad y aquellos que han sido educados han de serlo para el bien de la ciudad. Respecto a los segundos ARGUMENTA Platón que no le interesa a la ciudad la felicidad personal de cada uno sino que el bien de la ciudad necesita que cada uno aporte a la misma los “beneficios con los que cada uno pueda ser útil a la comunidad”, con miras a la “unificación del Estado”. Respecto a los primeros, la polis no podría permitir que gobernaran la ciudad aquellos que no han sido orientados, por medio de la educación, hacia un objetivo determinado.

EXAMEN DE FILOSOFÍA.Cuestiones resueltas.(I).TEXTO.

PLATÓN
REPÚBLICA LIBRO VII, 518B-520A.

IV -Es necesario, por tanto -dije-, que, si esto es verdad, nosotros consideremos lo siguiente acerca de ello: que la educación no es tal como proclaman algunos que es. En efecto, dicen, según creo, que ellos proporcionan ciencia al alma que no la tiene del mismo modo que si infundieran vista a unos ojos ciegos.
-En efecto, así lo dicen -convino.
-Ahora bien, la discusión de ahora -dije- muestra que esta facultad, existente en el alma de cada uno, y el órgano con que cada cual aprende deben volverse, apartándose de lo que nace, con el alma entera -del mismo modo que el ojo no es capaz de volverse hacia la luz, dejando la tiniebla, sino en compañía del cuerpo entero- hasta que se hallen en condiciones de afrontar la contemplación del ser e incluso de la parte más brillante del ser, que es aquello a lo que llamamos bien. ¿No es eso?
-Eso es.
-Por consiguiente -dije- puede haber un arte de descubrir cuál será la manera más fácil y eficaz para que este órgano se vuelva; pero no de infundirle visión, sino de procurar que se corrija lo que, teniéndola ya, no está vuelto adonde debe ni mira adonde es menester.
-Tal parece -dijo.
-Y así, mientras las demás virtudes, las llamadas virtudes del alma, es posible que sean bastante parecidas a las del cuerpo -pues, aunque no existan en un principio, pueden realmente ser más tarde producidas por medio de la costumbre y el ejercicio-, en la del conocimiento se da el caso de que parece pertenecer a algo ciertamente más divino que jamás pierde su poder y que, según el lugar a que se vuelva, resulta útil y ventajoso o, por el contrario, inútil y nocivo. ¿O es que no has observado con cuánta agudeza percibe el alma miserable de aquellos de quienes se dice que son malos, pero inteligentes, y con qué penetración discierne aquello hacia lo cual se vuelve, porque no tiene mala vista y está obligada a servir a la maldad, de manera que, cuanto mayor sea la agudeza de su mirada, tantos más serán los males que cometa el alma?
-En efecto -dijo.
-Pues bien -dije yo-, si el ser de tal naturaleza hubiese sido, ya desde niño, sometido a una poda y extirpación de esa especie de excrecencias plúmbeas, emparentadas con la generación, que, adheridas por medio de la gula y de otros placeres y apetitos semejantes, mantienen vuelta hacia abajo la visión del alma; si, libre ésta de ellas, se volviera de cara a lo verdadero, aquella misma alma de aquellos mismos hombres lo vería también con la mayor penetración de igual modo que ve ahora aquello hacia lo cual está vuelta .
-Es natural -dijo.
-¿Y qué? -dije yo-. ¿No es natural y no se sigue forzosamente de lo dicho que ni los ineducados y apartados de la verdad son jamás aptos para gobernar una ciudad ni tampoco aquellos a los que se permita seguir estudiando hasta el fin; los unos, porque no tienen en la vida ningún objetivo particular apuntando al cual deberían obrar en todo cuanto hiciesen durante su vida pública y privada y los otros porque, teniéndose por transportados en vida a las islas de los bienaventurados, no consentirán en actuar?
-Es cierto -dijo.
-Es, pues, labor nuestra -dije yo-, labor de los fundadores, el obligar a las mejores naturalezas a que lleguen al conocimiento del cual decíamos antes que era el más excelso y vean el bien y verifiquen la ascensión aquella; y, una vez que, después de haber subido, hayan gozado de una visión suficiente, no permitirles lo que ahora les está permitido.
-¿Y qué es ello?
-Que se queden allí -dije- y no accedan a bajar de nuevo junto a aquellos prisioneros ni a participar en sus trabajos ni tampoco en sus honores, sea mucho o poco lo que éstos valgan.
-Pero entonces -dijo-, ¿les perjudicaremos y haremos que vivan peor siéndoles posible el vivir mejor?
V -Te has vuelto a olvidar , querido amigo -dije-, de que a la ley no le interesa nada que haya en la ciudad una clase que goce de particular felicidad, sino que se esfuerza por que ello le suceda a la ciudad entera y por eso introduce armonía entre los ciudadanos por medio de la persuasión o de la fuerza, hace que unos hagan a otros partícipes de los beneficios con que cada cual pueda ser útil a la comunidad y ella misma forma en la ciudad hombres de esa clase, pero no para dejarles que cada uno se vuelva hacia donde quiera, sino para usar ella misma de ellos con miras a la unificación del Estado.
-Es verdad -dijo-. Me olvidé de ello.

LÍMITES DEL ESTADO.¿Debemos desobedecer las leyes injustas? (XVII)



Nozick, R., Anarquía, Estado y Utopía.

Los individuos tienen derechos, y hay cosas que ninguna persona o grupo puede hacerles sin violar los derechos. Estos derechos son tan firmes y de tan largo alcance que surge la cuestión de qué pueden hacer el Estado y sus funcionarios, si es que algo pueden. ¿Qué espacio dejan al Estado los derechos individuales? [...]
Mis conclusiones principales sobre el Estado son que un Estado mínimo, limitado a las estrechas funciones de protección contra la violencia, el robo y el fraude, de cumplimiento de contratos, etcétera, se justifica; que cualquier Estado más extenso violaría el derecho de las personas de no ser obligadas a hacer ciertas cosas y, por tanto, no se justifica; que el Estado mínimo es inspirador, así como correcto.
Dos implicaciones notables son que el Estado no puede usar su aparato coactivo con el propósito de hacer que algunos ciudadanos ayuden a otros o para prohibirle a la gente actividades para su propio bien o protección (…).
Puesto que comienzo con una afirmación vigorosa de los derechos individuales, trato seriamente la afirmación anarquista de que el Estado, en el proceso de mantener su monopolio del uso de la fuerza y de proteger a todos dentro de un territorio, necesariamente ha de violar los derechos de los individuos y, por tanto, es intrínsecamente inmoral. Contra esta afirmación sostengo que el Estado surgiría de la anarquía (tal y como es representada en el estado de la naturaleza de John Locke), aunque nadie intentara eso ni tratara de provocarlo. Surgiría por un proceso que no necesita violar los derechos de nadie (…).
El Estado mínimo nos trata como individuos inviolables, que no pueden ser usados por otros de cierta manera, como medios o herramientas o instrumentos o recursos; nos trata como personas que tienen derechos individuales, con la dignidad que esto constituye. Que nos trate con respeto, respetando nuestros derechos, nos permite, individualmente o con quien nosotros escojamos, decidir nuestra vida y alcanzar nuestros fines y nuestra concepción de nosotros mismos, tanto como podamos, ayudados con la colaboración voluntaria de otros que posean la misma dignidad. ¿Cómo osaría cualquier Estado o grupo de individuos hacer más, o menos?

LÍMITES DEL ESTADO.¿Debemos desobedecer las leyes injustas? (XVI)



J. Rawls, Teoría de la justicia.

[...] consideraré las circunstancias en que se justifica la desobediencia civil. [...]Comenzaré estableciendo las condiciones que parecen razonables para cometer una desobediencia civil, y después conectaré estas condiciones más sistemáticamente con el lugar que ocupa la desobediencia civil en un estado próximo a la justicia. [...]
El primer punto se refiere a las clases de daños que son objetos apropiados de la desobediencia civil. Si consideramos tal desobediencia como un acto político dirigido al sentido de justicia de la comunidad, entonces parece razonable, [...] limitarla a casos clara y gravemente injustos y, preferiblemente, a aquellos casos que suponen un obstáculo para suprimir otras injusticias. Por esta razón, hay una presunción en favor de restringir la desobediencia civil a graves infracciones del primer principio de justicia, del principio de libertad igual, y a violaciones manifiestas de la segunda parte del segundo principio, el principio de justa igualdad de oportunidades. [...]
Por el contrario, las infracciones del principio de diferencia son más difíciles de reconocer. [...] Por tanto, a menos que las leyes fiscales fueran destinadas a atacar o disminuir una igual libertad básica, no serán normalmente protestadas por medio de la desobediencia civil. Apelar a la concepción pública de la justicia no es lo bastante claro. Mejor es dejar la resolución de eso al proceso político, siempre que las libertades básicas indispensables están aseguradas. En este caso se puede llegar a un compromiso razonable. Por tanto, la violación del principio de libertad igual es el objetivo más apropiado de la desobediencia civil. Este principio define el status de igual ciudadanía en un régimen constitucional y se encuentra en la base del orden político. Cuando se acata en su totalidad, se supone que las otras injusticias, aunque posiblemente persistentes e importantes, no se saldrán de todo control.
[...] Como la desobediencia civil es un último recurso, debemos estar seguros de que es necesaria. [...] si las acciones pasadas han demostrado que la mayoría permanece impasible o apática, puede suponerse razonablemente que cualquier otro intento será estéril, y se satisface así una segunda condición para la desobediencia civil justificada. [...]
La tercera y última condición que consideraré puede ser bastante complicada [...] En determinadas circunstancias el deber natural de justicia puede exigir cierta moderación. Esto podemos comprobarlo del modo siguiente: si una determinada minoría está justificada cuando incurre en desobediencia civil, entonces cualquier otra minoría en circunstancias similares también estaría justificada. [...] pero si todos actuasen de este modo, de ello resultaría un grave desorden que podría minar la eficacia de una constitución justa. [...]Lo que parece indicado es un entendimiento político entre las minorías que sufren injusticia. Pueden cumplir con su deber para con las instituciones democráticas coordinando sus acciones de modo que aun cuando todos tengan una oportunidad de ejercer su derecho, no se excedan los límites de la desobediencia civil. Una alianza de esta clase es difícil de conseguir, pero con una dirección sagaz, no parece imposible.
[...] el ejercicio del derecho de disentir, como el ejercicio de los derechos en general, aparece a veces limitado por el mismo derecho poseído por otros. Si todos ejercieran este derecho, sobrevendrían consecuencias nocivas para todos, por lo que es necesario buscar alguna solución equitativa. Supongamos que, a la luz de las tres condiciones, tenemos el derecho de defender nuestro caso mediante la desobediencia civil. [...] Queda, por fin, la pregunta de si es racional o prudente ejercer este derecho. [...] Podemos estar actuando según nuestros derechos, pero, a pesar de ello, con imprudencia si nuestra conducta sólo sirve para provocar una áspera represalia de la mayoría. Desde luego, en un estado cercano a la justicia, es improbable la represión vengativa de una disensión legitima, pero es importante que la acción sea adecuadamente proyectada para apelar de modo eficaz a la comunidad general. Como la desobediencia civil es un tipo de alocución que tiene lugar en el foro público, ha de tenerse cierto cuidado de que esto sea claramente entendido. Por tanto, el ejercicio del derecho a la desobediencia civil, como cualquier otro derecho, ha de ser racionalmente proyectado para conseguir nuestros fines o los de quienes deseamos proteger.

LÍMITES DEL ESTADO. ¿Debemos desobedecer las leyes injustas?(XV)

Rothbard, M.N., La ética de la libertad.

Así, pues, el Estado no es simplemente una parte de la sociedad. [...] el Estado no es – en contra de lo que parece opinar la mayoría de los economistas utilitaristas del libre mercado – una institución social legítima, con tendencia a la ineptitud y la ineficiencia en la mayor parte de sus actividades. Muy al contrario, el Estado es una institución intrínsecamente ilegítima de agresión articulada, de crimen organizado y regularizado contra las personas y las propiedades de sus súbditos. Lejos de ser necesario para la sociedad, es una institución profundamente anti-social, que vive parasitariamente de las actividades productivas de los ciudadanos privados. En el aspecto moral, debe ser considerado como ilegítimo y situado extramuros del sistema legal libertario normal que delimita y asegura los derechos y las justas propiedades de los ciudadanos privados. Así, pues, desde el punto de vista de la justicia y de la moralidad, el Estado no puede poseer propiedades ni exigir obediencia ni obligar al cumplimiento de los
contratos cerrados con él ni tiene tan siquiera derecho a existir.
El argumento generalmente aducido en defensa del Estado sostiene que el hombre es un “animal social” que tiene que vivir en sociedad, que los individualistas y libertarios creen en la existencia de “individuos atomizados”, no influidos por ni relacionados con sus semejantes. Pero ningún libertario ha defendido nunca la idea de que los individuos sean átomos; muy al contrario, todos ellos han reconocido la necesidad y las enormes ventajas de la vida en sociedad y de la participación en la división social del trabajo. El gran non sequitur en que han incurrido los defensores del Estado, incluidos los filósofos clásicos aristotélicos y tomistas, es deducir de la necesidad de la sociedad la del Estado. Ocurre justamente lo contrario: el Estado es un instrumento antisocial, que paraliza los intercambios voluntarios, la creatividad individual y la división del trabajo. La sociedad es el marco adecuado para las interrelaciones individuales voluntarias, a través de los pacíficos intercambios del mercado. Podemos,
en este punto, mencionar la penetrante distinción de Albert Jay Nock entre el “poder social” – los frutos de los intercambios voluntarios en la economía y la civilización – y el “poder del Estado”, la interferencia coactiva y la explotación de estos frutos a cargo de las autoridades públicas.

LÍMITES DEL ESTADO.¿Debemos desobedecer las leyes injustas?(XIV)


Engels, El Origen de la Familia, la Propiedad Privada y el Estado.


Como el Estado nació de la necesidad de amortiguar los antagonismos de clase y como, al mismo
tiempo, nació en medio del conflicto de esas clases, por regla general es el Estado de la clase más
poderosa, de la clase económicamente dominante, que se convierte también, con ayuda de él, en la clase políticamente dominante, adquiriendo con ello nuevos medios para la represión y explotación de la clase oprimida. (…)
Por tanto, el Estado no ha existido eternamente. Ha habido sociedades que se las arreglaron sin él, que no tuvieron la menor noción del Estado ni de su poder. Pero cuando el desarrollo económico alcanzó cierta etapa ligada necesariamente a la división de la sociedad en clases, esta división hizo del Estado una necesidad. Ahora nos aproximamos con rapidez a una fase de desarrollo de la producción en que la existencia de estas clases no sólo deja de ser una necesidad, sino que se convierte en un obstáculo para la producción. Las clases desaparecerán de un modo tan inevitable como surgieron en su día. Con la desaparición de las clases, desaparecerá inevitablemente el Estado.