martes, 21 de enero de 2014

LA FILOSOFÍA TIENE UN VALOR PRÁCTICO (II), SIMON BLACKBURN

Lo que de verdad hacía bien Sócrates “era mostrar la debilidad de las pretensiones de conocimiento de los demás. Pensar correctamente significa evitar las confusiones, detectar las ambigüedades, centrar la atención en cada cosa por separado, construir argumentos fiables, darse cuenta de las alternativas posibles, y esta clase de cosas.
En resumen: nuestras ideas y conceptos se pueden comparar con las lentes a través de las cuales vemos el mundo. En filosofía, el objeto de estudio es la lente en sí misma. El éxito no depende tanto de lo que podamos saber al término de la investigación como de lo que podemos hacer cuando la cuestión se pone difícil: cuando soplan los vientos de la argumentación y la confusión lo invade todo.
(...) Uno de los Caprichos de Goya lleva por título El sueño de la
razón produce monstruos. Goya creía que buena parte de las locuras de la humanidad eran el resultado del «sueño de la razón». Siempre habrá gente
dispuesta a decirnos qué es lo que queremos, cómo nos lo van a dar y en qué deberíamos creer. Las creencias son contagiosas, y se puede convencer a la gente de casi cualquier cosa. Estamos típicamente convencidos de que nuestra forma de hacer las cosas, nuestras creencias, nuestra religión, nuestros políticos son mejores que los de los demás, o de que los derechos que nos ha otorgado nuestro Dios están por encima de los suyos, o de que
la defensa de nuestros intereses exige maniobras defensivas o ataques preventivos contra ellos. En último término, son estas ideas las que hacen que las personas se maten unas a otras. Ideas sobre cómo son los demás, o sobre quienes somos nosotros o sobre cómo defender nuestros intereses o nuestros derechos, son las que nos llevan a la guerra, nos convierten en opresores sin sentir apenas mala conciencia o incluso hacen que nos resignemos a ser nosotros mismos los oprimidos. Cuando estas creencias van acompañadas del sueño de la razón, el único antídoto es un despertar crítico. La reflexión nos permite dar un paso atrás y tal vez reconocer cuán
ciega o desviada era nuestra anterior forma de ver las cosas, o descubrir por lo menos si existen argumentos en favor de ella o si es simplemente subjetiva.”
(S. Blackburn, Pensar)

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