lunes, 2 de enero de 2012

¿ES POSIBLE EL CONOCIMIENTO OBJETIVO? OLIMPIADA DE FILOSOFÍA

          Después de todo es un problema, en efecto, ¿por qué la verdad? ¿Y por qué se preocupa de la verdad y, además, más de ella que de uno mismo? A mi juicio se entra así en relación con una pregunta fundamental que, me atrevería a decir, es la cuestión de Occidente; ¿qué es lo que ha hecho que toda la cultura occidental se haya puesto a girar alrededor de la obligación de verdad, una obligación que ha adoptado todo un conjunto de formas diferentes? (…) podemos encontrar numerosos ejemplos: ha existido un movimiento llamado ecológico que ha estado con frecuencia en cierto sentido en relación de hostilidad con una ciencia, o en todo caso con una tecnología legitimada en términos de verdad. Pero, de hecho, también esta ecología hablaba un discurso de verdad: únicamente en nombre de un conocimiento de la naturaleza, del equilibrio de los seres vivos, etc. Se escapaba por tanto de una dominación de la verdad no jugando un juego totalmente ajeno al juego de la verdad, sino jugándolo de otra forma, o jugando otro juego, otra partida, otras bazas en el juego de la verdad (…) Se puede mostrar, por ejemplo que la medicalización de la locura, es decir, la organización de un saber médico en torno a individuos designados como locos, ha estado ligada a toda una serie de procesos sociales, de orden económico en un momento dado, pero también a instituciones y a prácticas de poder. Este hecho no merma en modo alguno la validez científica o la eficacia terapéutica de la psiquiatría: no la legitima, pero tampoco la anula. Que las matemáticas estén ligadas, por ejemplo, - de una forma por otra parte muy distinta de la psiquiatría –a estructuras de poder se debe en cierta medida a la forma en que son enseñadas, a la manera en que se organiza el consenso de los matemáticos, a cómo funcionan en circuito cerrado, a sus valores, a cómo se determina lo que está bien (verdadero) o mal (falso) en las matemáticas, etc. Esto no quiere decir en absoluto que las matemáticas sean exclusivamente un juego de poder, sino que el juego de poder de las matemáticas se encuentra ligado de una cierta manera, y sin que ello merme su validez, a juegos y a instituciones de poder.
M. Foucault, Hermenéutica del sujeto, Ediciones La Piqueta, (págs. 132, 133, 134)

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