miércoles, 29 de diciembre de 2010

PASCAL. Pensamientos.


Pascal (1623 – 1662)

El corazón tiene razones que la razón no conoce. Se sabe esto en mil cosas. Yo digo que el corazón ama naturalmente el ser universal, y se ama naturalmente a sí mismo, en la medida que se entrega; se endurece contra el uno o contra el otro a su antojo. Habéis rechazado lo uno y conservado lo otro, ¿es que os amáis por razón?

Pascal, B.: Pensamientos, sección III, 277.

Guerra intestina entre la razón y las pasiones. Si hubiera solamente razón, sin pasiones… Si hubiera solamente pasiones, sin razón… Pero, al haber lo uno y lo otro, el hombre no puede sino estar en guerra. Únicamente le es posible estar en paz con lo uno a costa de estar en guerra con lo otro: de este modo, siempre está dividido, en oposición a sí mismo. Esta guerra interior de la razón contra las pasiones ha hecho que aquellos que han querido la paz queden divididos en dos sectas. Los unos han pretendido renunciar a las pasiones y convertirse en dioses; los otros han pretendido renunciar a la razón y convertirse en bestias. Pero no han podido ni los unos ni los otros. La razón continúa ahí siempre, recriminando la bajeza y la
injusticia de las pasiones e impidiendo descansar a los que se abandonan a éstas. Y las pasiones permanecen vivas en quienes quieren renunciar a ellas.

Pascal, B.: Pensamientos.

La razón obra con lentitud, y con tantas miras, sobre tantos principios, que han de estar siempre presentes, que a cada momento se adormece, o se extravía, por falta de tener todos sus principios presentes. El sentimiento no obra así: obra en un instante, y siempre está pronto para obrar. Es preciso, por lo tanto, poner nuestra fe en el sentimiento; de otra manera será siempre vacilante.

B. Pascal, Pensamientos, Segunda parte, Sección segunda, 469

Conocemos la verdad no sólo por la razón, sino aun por el corazón; de este segundo modo es como conocemos los primeros principios, y es en vano que el razonamiento, que ahí no tiene parte, intente combatirlos. […] Sabemos que no vemos de nuevo nada; cualquiera incapacidad en que nos encontremos de probar por la razón, esta incapacidad no demuestra otra cosa que la debilidad de nuestra razón, pero no la incertidumbre de todos nuestros conocimientos, como ellos [los pirronianos] pretenden. Porque el conocimiento de los primeros principios, como que hay espacio, tiempo, movimiento, números [es] tan firme como ninguno de los que nuestros razonamientos nos dan. Sobre estos conocimientos del corazón y del instinto es
menester que se apoye la razón, y que en ellos funde todo su discurso. […] Y es tan inútil y tan ridículo que la razón pida al corazón las pruebas de sus primeros principios, para querer consentir en ellos, como sería ridículo que el corazón pidiese a la razón un sentimiento de todas las proposiciones que ella demuestra, para querer aceptarlas.

B. Pascal, Pensamientos, Segunda parte, Sección segunda, 479

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